El tiempo entre imágenes

Daniel Torres

Ucronía: Reconstrucción histórica construida lógicamente que se basa en hechos posibles pero que no ha sucedido realmente.
Aviso a navegantes: esta reseña de Picasso en la guerra civil es en parte también crónica de una reunión del club de lectura de la Llibreria Pebre negra con su autor , realizada en el patio trasero del local de la librería en el barrio del Clot una tarde de complicidades alrededor de la viñeta.
Advierto que mi relación con las obras de Daniel Torres suele estar marcada por la proximidad, su lectura es para mí como un viaje a una ciudad o territorio nuevo pero que no me resulta desconocido y que es acogedor. Las razones pueden ser varias, aunque en primer lugar situaría el que son hijas de su amor por lo que crea, son producto del cariño por el medio y evidencian que están hechas disfrutando. En el segundo lugar señalaría que no son un producto de encargo sino que nacen de las ganas de convertir una idea que apasiona al autor en una narración gráfica. El tercer lugar lo ocupa su peculiar síntesis entre una precisión y fluidez que se plasma en una conjunción de equilibrio e intensidad narrativos. Añadamos a todo ello la capacidad de definir sus personajes, de “tratar sus motivaciones intimas” .

Todo estas reflexiones anteriores, fruto de mi relación lectora con sus obras, se iban confirmando a medida que Daniel explicaba el proceso de creación de Picasso en la guerra civil: del enamoramiento de una idea hasta su concreción sobre el papel. Y como testimonio de ello, aún más eficaz que sus palabras, aparece el bloc en el que ha guardado, analógicamente, las diferentes fases de su proceso creativo. Las primeras ideas, sus desarrollos, las notas sobre los personajes, la planificación del libro, los esbozos, los diálogos, la portada… En resumen, toda una lección teórica y práctica sobre el medio que no es sino el eco de lo que en buena parte nos ofrece la lectura del libro.
Picasso en la guerra civil es una historia en la que, a manera de muñecas rusas, un cómic engloba a otro cómic que a su vez contiene otro más. Una estructura en que cada relato engendra al siguiente, aunque estos mantengan su autonomía. Un propuesta narrativa, además, en la que se nos explica la realidad desde la ficción o en la que la ficción recrea posibles realidades. Al fin y al cabo la imaginación se nutre de elementos reales y los recorridos de la realidad han podido ser otros muy diferentes de los que se han dado, de la misma forma que nuestra nostalgia se alimenta más de lo que no hicimos que de lo realizado.

El primero bloque narrativo nos introduce de entrada en el contexto ucrónico, definido por el autor, cuando Picasso le propone al padre del autor, también dibujante en esa ficción, reescribir la historia del pintor en una historieta que lo situara en la guerra civil, (momento en el que en la realidad tenía ya cincuenta y cinco años). En este primer apartado el relato nos acerca a la personalidad de un artista reconocido pero amenazado por la decadencia física y creativa, que tiene miedo de la vejez y de su consecuencia: de la muerte. A un hombre que quiere desafiar al tiempo construyendo, en la ficción, vivencias alternativas a la realidad. Pero en la relación entre los dos protagonistas, aparece también un diálogo entre dos creadores de dos medios, simbólicamente uno va en limusina y otro en sidecar pero hay un respeto mutuo. Sobre este diálogo el autor construye otro con la mirada lectora, ante la que desvela narrativamente su amor por la historieta, y lo hace de la mejor forma posible: poniendo en valor su proceso de creación. Así asistimos a divertidas confrontaciones entre el historietista y el pintor, en boca del que pone una esplendida definición de la especificidad de la historieta: meter el tiempo entre imágenes para obligar a que la escuches. Por otra parte usa el género epistolar espacio narrativo que ordena las informaciones y descripciones de esta parte del libro.

Como consecuencia de ese primer relato surge el segundo, es decir la historieta que describe las vicisitudes de un joven Picasso en 1938 por la Barcelona de la retaguardia así como por el frente del Ebro. Un relato que incrusta de forma armónica y creíble la ficción ucrónica dentro de un entorno realista de hambre, miedo, quintacolumnismo y defensa desesperada de la república abandonada por las democracias europeas. Una historieta que también se inscribe en la recuperación de nuestra memoria, al igual que el tebeo satírico antifranquista realizado por un ficticio Picasso, que firma como Pegasso. Esta última muñeca rusa aparece también como un producto natural de esa relación entre ficción y realidad que se articula como un viaje de ida y vuelta entre las dos y entre las diferentes etapas del pasado en las que se desarrolla el libro.

La composición de la página, número de viñetas y de tiras, así como el estilo gráfico varían en los tres apartados, ajustándose a las referencias respectivas de la época en la que se desarrolla la ficción. Así mismo el primer bloque está realizado en un bitono de verde intenso que comunica calidez, proximidad y al mismo tiempo un punto de nostalgia. Mientras que la parte de la narración que se ubica en la guerra civil está en blanco y negro sobre un fondo que imita el tono parduzco del papel de aquella época. Y todo ello integrado en una declaración de amor a la cultura popular gráfica en sus versiones de cartelismo, humorismo crítico o historieta.

Pepe Gálvez

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